EL CONFLICTO DEL AGRO OCUPO SIN DUDAS EL MAYOR ESPACIO NO SÓLO EN LOS MEDIOS SINO EN TODO EL ESPECTRO DE LA OPINIÓN PUBLICA ARGENTINA E INCIDIÓ EN LA VIDA DE TODOS NOSOTROS DE UNA MANERA MARCADA DURANTE GRAN PARTE DEL AÑO. SE HABLO Y SE HABLA, Y SE VIVENCIA, LA CRISIS ALIMENTARIA MUNDIAL (QUE TRAJO DE LA MANO LA TAN MENTADA EN LOS ÚLTIMOS MESES “CRISIS FINANCIERA GLOBAL”) Y ESTAMOS ESTRENANDO UN 2009 QUE LLEGA SORPRENDIÉNDONOS CON LA PARADOJA GLOBAL DE CRISIS.
PERO DEL OTRO LADO DE LA RUTA, Y NO SÓLO EN LAS RUTAS ARGENTINAS, ORGANIZACIONES SOCIALES, MOVIMIENTOS Y ACTIVISTAS, HACE LARGO TIEMPO QUE ESTÁN TRABAJANDO PARA SU SOBERANÍA ALIMENTARIA.
HBA SALIÓ A RECORRER HUERTAS URBANAS, CONVERSÓ CON PEQUEÑOS PRODUCTORES, CON ACTIVISTAS QUE SE METIÓ EN LA AGROECOLOGÍA Y EN INICIATIVAS DE DESARROLLO RURAL Y DESCUBRE UNA FILOSOFÍA DE VIDA DETRÁS DE LA ACTIVIDAD RURAL SUSTENTABLE
Las opciones para enfrentar la crisis más elemental, la más crítica de todas las que salieron a la luz este año en la Argentina y el mundo, están relacionadas con la soberanía alimentaria y en contra de las paradojas que deja como saldo la globalización en los sistemas alimentario y financiero: el hambre y el sobrepeso en convivencia con la pobreza.
La soberanía alimentaria es el “derecho de los pueblos, de sus países o uniones de estados a definir su política agraria y alimentaria; el derecho de los campesinos a producir alimentos y el derecho de los consumidores para poder decidir lo que quieren consumir y cómo y quién lo produce”. Tal es la definición dada en 2004 –y presentada en la Cumbre Mundial de la Alimentación en Roma en 1996-- por Vía Campesina, un movimiento internacional de trabajadores rurales que desde su creación en 1993 en Bélgica incorporó a más de 132 de organizaciones agrícolas en 56 países y, de algún modo anticipatorio, contrarrestó la inviabilidad de los agronegocios con economía campesina y promoción de mercados locales.
La cuestión paradojal apunta al modo de producción de los alimentos, y constituye un alejamiento del modelo global que llevan adelante la Organización Mundial de Comercio (OMC) y la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Se trata, en suma, de poner en juego otras maneras de producir alimentos y de comer, de producir cantidad y calidad, de proteger los recursos naturales, de reorganizar el comercio alimentario. Y, según se desprende de las “conclusiones” de la Cumbre celebrada en noviembre en Washington entre países del primer mundo y del otro, se trata de reformar el sistema en sí.
Mientras tanto --y se podría decir que al menos desde comienzos de este milenio--, la agricultura familiar y comunitaria se fue consolidando por estos lares sobre la base de las mismas ideas. La soberanía alimentaria es una soberanía política. Y en eso parecen estar de acuerdo los trabajadores rurales que abogan por un modelo de desarrollo agrario que corrija las desigualdades tanto sociales y regionales como de condiciones de acceso a la tierra, recursos básicos e instrumentos de política agropecuaria.
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